Historia de Brujas
Conoce la historia de la Ciudad de Brujas desde sus comienzos en el siglo IX
La historia de Brujas, conocida como la "Venecia del Norte", es fascinante.
- Fundación: Brujas fue fundada en el siglo IX por los vikingos, quienes se establecieron cerca del río Reie. El nombre "Brujas" probablemente proviene de la antigua palabra escandinava "Brygga", que significa puerto o lugar de amarre.
- Auge comercial: Debido a su proximidad al Mar del Norte, Brujas se convirtió rápidamente en un importante puerto comercial. En el siglo XIV, se convirtió en el punto de partida de una ruta comercial hacia la región de Renania, atravesando Lovaina y Bruselas. Comerciantes de todo el mundo llegaban a la ciudad para vender sus productos y comerciar con lana y paños flamencos.
- Centro financiero internacional: En el siglo XIV, Brujas se convirtió en un centro financiero internacional. Italianos, alemanes, escoceses y españoles acudían a la ciudad para gestionar sus finanzas y comerciar. La industria textil belga también era aclamada en esa época.
- Declive y esplendor artístico: A finales del siglo XV, el comercio disminuyó debido a la sedimentación del Zwin y la competencia con el puerto de Amberes. Sin embargo, artísticamente, Brujas floreció con enormes edificios góticos y escuelas flamencas de pintura.
Aunque su gloria antigua ha quedado en la memoria, Brujas sigue siendo una joya histórica y turística.
Balduino I: En el año 863, Balduino I se convirtió en el primer conde de Flandes. Recibió el condado como dote al casarse con la hija del rey Carlos el Calvo. Aunque inicialmente fue enviado a una región remota como representante del rey, Balduino logró consolidar su autoridad y establecer una dinastía condal.
Brujas como centro comercial: Gracias a la presencia de los condes flamencos, su ubicación estratégica y su conexión con el mar, Brujas se convirtió en una ciudad portuaria y comercial dinámica. El famoso paño flamenco impulsó la economía desde el siglo XI, atrayendo a comerciantes de toda Europa. Nuevos edificios y estructuras comerciales, como la Lonja del agua, surgieron en la ciudad. En el siglo XIV, Brujas se destacó como uno de los centros comerciales más importantes del noroeste de Europa.
Condes Flamencos: El Crecimiento de la ciudad Gracias a la presencia de los condes flamencos, su ubicación favorable y la conexión con el mar, Brujas se convirtió a principios de la Edad Media en una ciudad portuaria y comercial internacional y dinámica. En particular el famoso paño flamenco (tejido de lana procesada) supuso un impulso económico a partir del siglo XI. Esto atrajo a mucha gente que quería participar en la bonanza y la población creció rápidamente. Cuando a finales del siglo XIII mercaderes italianos eligieron Brujas como base fija para su comercio marítimo, otros siguieron su ejemplo. Comerciantes de toda Europa se instalaron en la ciudad. Surgieron nuevos edificios, como el Campanario con la Lonja en la Plaza Mayor, el Hospital de San Juan, varias iglesias, pero también importantes infraestructuras comerciales como la Lonja del agua. También se estableció en este periodo en Brujas la primera bolsa de valores del mundo. Especialmente en el siglo XIV, Brujas podía presumir de ser uno de los centros comerciales más importantes del noroeste de Europa.
Historia de Brujas
Ubicación favorable
Brujas tiene una relación especial con el mar. Pues el agua jugó un papel esencial al nacer la ciudad. Se encuentra ubicada en el cruce mismo de dos paisajes: por un lado las tierras arenosas del interior más elevado, y por otro lado la llanura costera. Una cresta de arena actuaba como barrera natural. Aquí además confluían varios arroyos formando el río Reie, que desembocaba más al norte en la llanura costera. A través de las llamadas zanjas de marea, el Reie creaba una conexión natural con el mar del Norte.
Primeros comienzos
Al principio de la era, la región pertenecía al Imperio Romano. Justo al norte del actual centro de la ciudad, había entonces un pequeño asentamiento a lo largo de una zanja de mareas. Los habitantes vivían de la pesca, la ganadería, la extracción de turba y la producción de sal. Restos de dos embarcaciones marítimas del siglo III demuestran que existía un modesto puerto. Debido a las crecientes invasiones germánicas, el Imperio Romano de Occidente se derrumbó finalmente en el siglo V. Se desconoce en gran medida lo que ocurrió en Brujas entre los siglos V y VIII. Lo que sí se sabe es que durante este misterioso periodo la dinastía franca se hizo con el control de la zona y la dividió en distintas regiones administrativas denominadas condados.
Un burgo seguro
Como parte de una red de rutas más amplia, los romanos habían construido un camino en la cresta de arena que bordea la llanura costera. La actual Brujas nació exactamente en el lugar donde este camino se unía con el río Reie: el Burg. A principios del siglo IX se erigía aquí un sencillo burgo que formaba parte de una defensa costera contra los vikingos. Se construyó estratégicamente por orden del rey franco. Después de todo, Brujas era accesible por mar y, por tanto, era un objetivo interesante para posibles ataques. La modesta construcción estaba rodeada de murallas de tierra con empalizadas de madera y agua. A pesar de ello, debió de ser un lugar seguro, ya que algunos monjes de Gante se refugiaron allí en 851 con sus valiosas posesiones huyendo de los vikingos. Es la primera vez que aparece el nombre de la ciudad en la historia. «Brugge» es probablemente una derivación de la palabra nórdica antigua para muelle o punto de desembarco («Bryggja») o del germánico «brugjo», que significa algo similar.
Los condes de Flandes
Hacia el año 863 llegó a la región Balduino I, primer conde de Flandes. Como flamante yerno del rey de Francia Occidental, Carlos el Calvo, recibió un terreno como dote: el condado de Flandes. De hecho, no fue un regalo, porque Carlos el Calvo envió deliberadamente a Balduino a uno de los rincones más remotos de su reino para que actuara como su representante local. Junto con su esposa Judith, Balduino se instaló en el Burg. El nombre «Burg» proviene claramente de «burcht» (burgo), pero también significa «núcleo de aldea». A pesar de su posición como funcionario real, Balduino logró adquirir autoridad política; además, hizo que su cargo fuera hereditario. Sus descendientes siguieron construyendo la dinastía condal con Brujas como centro de poder y capital del condado de Flandes.
Crecimiento de la ciudad
Gracias a la presencia de los condes flamencos, su ubicación favorable y la conexión con el mar, Brujas se convirtió a principios de la Edad Media en una ciudad portuaria y comercial internacional y dinámica. En particular el famoso paño flamenco (tejido de lana procesada) supuso un impulso económico a partir del siglo XI. Esto atrajo a mucha gente que quería participar en la bonanza y la población creció rápidamente. Cuando a finales del siglo XIII mercaderes italianos eligieron Brujas como base fija para su comercio marítimo, otros siguieron su ejemplo. Comerciantes de toda Europa se instalaron en la ciudad. Surgieron nuevos edificios, como el Campanario con la Lonja en la Plaza Mayor, el Hospital de San Juan, varias iglesias, pero también importantes infraestructuras comerciales como la Lonja del agua. También se estableció en este periodo en Brujas la primera bolsa de valores del mundo. Especialmente en el siglo XIV, Brujas podía presumir de ser uno de los centros comerciales más importantes del noroeste de Europa.
Los duques de Borgoña
En el siglo XIV, la corte borgoñona se vinculó al condado de Flandes mediante una hábil política matrimonial: el duque Felipe el Atrevido se casó con Margarita de Dampierre, la heredera del conde flamenco. Cuando el conde murió en 1384, la próspera Flandes pasó a formar parte del imperio borgoñón. A los duques de Borgoña les encantaba residir en Brujas y le dieron un nuevo impulso a la ciudad. Esto dio lugar a un periodo de prosperidad y riqueza sin precedentes en el siglo XV.
El Siglo de Oro de Brujas
Los duques de Borgoña, famosos por su gusto refinado, ampliaron su residencia permanente en la lujosa Corte de los Príncipes y realizaron encargos a los pintores más renombrados, como Jan van Eyck. Este gran talento, junto con otros muchos artistas y artesanos, se instaló en Brujas. Los nobles y las familias distinguidas siguieron el ostentoso ejemplo de la corte borgoñona. Se instalaron en majestuosos palacios urbanos y gastaron fortunas en embellecer sus residencias. Gracias al juego de la oferta y la demanda, Brujas se convirtió en un reconocido centro de producción de todo tipo de artículos de lujo. Los gremios garantizaban que todos los productos fueran de la máxima calidad. Los comerciantes extranjeros elevaron la ciudad a un centro del comercio internacional. Brujas se convirtió en una verdadera metrópolis y, con unos 60.000 habitantes, era una de las mayores ciudades de Europa.
La decadencia
Esta prosperidad económica llegó a su fin tras la repentina muerte de la querida duquesa María de Borgoña en 1482. La relación entre el pueblo de Brujas y el viudo Maximiliano de Austria se deterioró. Maximiliano abandonó la ciudad seguido de su corte, comerciantes y nobles. Amberes se convirtió en la nueva metrópolis comercial de los Países Bajos. Debido a la bajada del comercio, la conexión de Brujas con el mar se fue sedimentando cada vez más, aunque la ciudad hizo todo lo posible por mantenerla. El impresionante mapa del siglo XVI, obra de Marcus Gerards, fue una verdadera maniobra de promoción para destacar la favorable ubicación cerca del mar. A día de hoy, esta obra maestra es el mapa histórico más detallado de la ciudad. Siguieron siglos de guerras y cambios de poder, impulsados por diferencias religiosas y políticas. En medio de todo esto, Brujas siguió siendo una ciudad católica que perteneció sucesivamente al imperio español, austriaco, francés y neerlandés.
En la época de la independencia de Bélgica en 1830, Brujas enfrentaba dificultades económicas. La revolución industrial había dejado atrás la ciudad, y su economía seguía basada en pequeñas industrias caseras. Por ejemplo, más de diez mil habitantes, en su mayoría mujeres, se ganaban la vida haciendo encaje.
Sin embargo, en 1838, Brujas se conectó a la red ferroviaria belga, y la estación se ubicó en la plaza 't Zand. Los británicos que viajaban en tren a Waterloo, el campo de batalla de la derrota de Napoleón, comenzaron a pasar la noche en Brujas y algunos decidieron establecerse allí permanentemente. Así surgió una “colonia” inglesa en la ciudad, que revitalizó la arquitectura gótica de ladrillo y le dio un ambiente único.
La novela “Bruges-la-Morte” de Georges Rodenbach (1892) también contribuyó a la curiosidad por visitar Brujas. Las fotos que ilustraban la novela mostraban una ciudad misteriosa y atrajeron a los lectores. El espléndido patrimonio de Brujas fue redescubierto, y la ciudad comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo del turismo.
Además, a finales del siglo XIX, el ayuntamiento impulsó la construcción del puerto marítimo de Zeebrugge, que se convirtió en un actor mundial en el siglo XX. A pesar de las dos guerras mundiales, el casco histórico de la ciudad se mantuvo casi intacto, aunque empobrecido. El visionario proyecto de renovación urbana contribuyó a la transformación de Brujas.
Brujas Hoy en DíaBrujas, con su rica historia y su título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad otorgado por la UNESCO en 2000, sigue cautivando a visitantes de todo el mundo. Pero su encanto no se detiene en el pasado; la ciudad también mira hacia el futuro.
Capital Europea de la Cultura: En 2002, Brujas consolidó su perfil internacional al ser nombrada Capital Europea de la Cultura. Este reconocimiento resalta su papel como centro cultural y artístico.
Escenario cinematográfico: La película “In Bruges” (2008) puso a la ciudad en el mapa cinematográfico. Desde entonces, otras producciones internacionales han elegido Brujas como escenario. La serie de la BBC “The White Queen” (2013) y la película india “PK” (2014) son ejemplos notables.
Trienal de Brujas: Desde 2015, la ciudad celebra la Trienal de Brujas cada tres años. Artistas y arquitectos nacionales e internacionales dialogan con el casco histórico, creando un recorrido temporal al aire libre de arte y arquitectura contemporáneos.
Orgullo y dinamismo: Los habitantes y empresarios de Brujas contribuyen a un futuro sostenible. La ciudad se equilibra entre su herencia histórica y su espíritu emprendedor, manteniéndose atractiva y unificadora